<p>El síndrome del impostor es como tener al enemigo en casa: te hace dudar incluso cuando tienes pruebas de que mereces estar donde estás. No se trata solo de miedo: es no poder disfrutar lo que lograste.<br>Es esa voz interna que desgasta, sabotea y te convence de que no es para tanto. Toca hablarlo, porque decirlo en voz alta… ya es parte de dejar de creerle.</p>