Elegidos y perseguidos
Cuando somos elegidos por Dios. Sí. Imagínate Elegidos por él mismísimo Jesús para hacer una nueva tarea, cualquiera que sea, desde discipularnos, servirlo en otro lugar, iniciar un ministerio, hacer crecer su Reino, es decir: fuimos elegidos para hacer algo más grande, mejor o extenderse y obvio para hacer Su Voluntad y no la nuestra. Además, para ponerle más emoción, cuando llega ese llamado, sentimos que no estamos del todo preparados.
Ahora, quiero que pienses en esto y si puedes cierra tus ojos: Dios te eligió a ti. No porque fueras el testimonio más grande, no porque seas el que más títulos tiene, el más “apto” o el que tiene más antigüedad en esa iglesia.
Te eligió a ti porque cree en ti, porque Dios ve cosas que nadie ve o cree y a veces ni tú mismo has visto en ti el gran potencial y llamado, es más, esa designación divina y especial tiene tu nombre, porque Dios cree en ti, como tú crees en El. Porque Él sabe lo que realmente hay en tu corazón.
Sabes, lo mejor es que Dios seguirá cumpliendo sus promesas en ti. Para ti puede parecer inesperado, rápido, fuera de serie o inadvertido y hasta difícil de lograr, pero ocurre todo en el tiempo exacto para sus planes divinos.