<description>La idea de este episodio naci&amp;oacute; a partir de la lectura de un art&amp;iacute;culo cient&amp;iacute;fico publicado el pasado 10 de diciembre de 2025 en la revista Nature, titulado &amp;ldquo;La evidencia m&amp;aacute;s temprana de hacer fuego&amp;rdquo;, por parte de un equipo internacional de arque&amp;oacute;logos y paleoantrop&amp;oacute;logos encabezado por Rob Davis del Museo Brit&amp;aacute;nico, Marcus Hatch de la Universidad Queen Mary de Londres y Sally Hoare de la Universidad de Liverpool, en el cual presentan la evidencia m&amp;aacute;s antigua conocida de producci&amp;oacute;n deliberada de fuego por parte de homininos a partir de hallazgos en la localidad de Barnham, Suffolk, Inglaterra.   M&amp;aacute;s all&amp;aacute; del dato t&amp;eacute;cnico &amp;mdash;la percusi&amp;oacute;n de minerales, las huellas t&amp;eacute;rmicas, los contextos arqueol&amp;oacute;gicos&amp;mdash; el trabajo invita a una reflexi&amp;oacute;n m&amp;aacute;s amplia: el fuego no es solo una tecnolog&amp;iacute;a, sino una frontera. Una frontera entre depender del azar o del entorno, y comenzar a intervenir activamente en &amp;eacute;l. Leer ese estudio no solo aporta informaci&amp;oacute;n nueva sobre el pasado profundo, sino que obliga a replantear qu&amp;eacute; signific&amp;oacute;, en t&amp;eacute;rminos humanos, aprender a &amp;ldquo;llamar&amp;rdquo; al fuego.

A partir de esa pregunta &amp;mdash;qu&amp;eacute; cambia cuando el fuego deja de ser un accidente y se vuelve un gesto aprendido&amp;mdash; surgi&amp;oacute; la necesidad de explorar el tema desde otro registro. No para explicar los datos del art&amp;iacute;culo, sino para pensar en las personas detr&amp;aacute;s de esos datos: grupos humanos enfrentados al fr&amp;iacute;o, a la p&amp;eacute;rdida, a la incertidumbre, y obligados a construir sentido en un mundo hostil. El relato que sigue no es una reconstrucci&amp;oacute;n hist&amp;oacute;rica ni una hip&amp;oacute;tesis cient&amp;iacute;fica, sino una peque&amp;ntilde;a obra literaria original de ficci&amp;oacute;n, que est&amp;aacute; anclada en lo que hoy sabemos sobre los neandertales y su relaci&amp;oacute;n con el fuego. Una forma de acercarnos, desde la imaginaci&amp;oacute;n informada, a una de las experiencias m&amp;aacute;s decisivas de nuestra historia como especie.  

Desde tiempos muy antiguos, muchas culturas han contado historias sobre un fuego que no estaba dado, sino que fue obtenido, robado o entregado tras un acto de riesgo. Ese motivo &amp;mdash;presente en mitos muy distintos entre s&amp;iacute;&amp;mdash; no habla solo del origen de una t&amp;eacute;cnica, sino de algo m&amp;aacute;s profundo: la experiencia humana de atravesar la oscuridad y asegurar la continuidad del grupo. En pleno invierno, cuando la noche se alarga y el fr&amp;iacute;o obliga a reunirse, el fuego se convierte en m&amp;aacute;s que calor: es centro, memoria y promesa de supervivencia. Celebraciones actuales como la Navidad, con su &amp;eacute;nfasis en la luz en medio de la oscuridad, la reuni&amp;oacute;n familiar y el recuerdo de los ausentes, no descienden directamente de esos mitos antiguos, pero dialogan con la misma necesidad humana recurrente. Este episodio se sit&amp;uacute;a en ese cruce: entre ciencia, mito y memoria, aprovechando un momento del a&amp;ntilde;o que sigue record&amp;aacute;ndonos por qu&amp;eacute; encender una llama &amp;mdash;real o simb&amp;oacute;lica&amp;mdash; nunca ha sido un gesto trivial.

Es probable que nunca lleguemos a conocer las palabras espec&amp;iacute;ficas con las que los neandertales nombraron el fuego, el viento o a los animales que compartieron su entorno. Tampoco podemos reconstruir con precisi&amp;oacute;n los relatos que transmitieron ni el significado consciente que atribu&amp;iacute;an a ciertos gestos repetidos. Sin embargo, la evidencia disponible permite afirmar que, frente a condiciones ambientales adversas, estos grupos humanos se reun&amp;iacute;an alrededor del fuego, compart&amp;iacute;an recursos, cuidaban a individuos vulnerables y manten&amp;iacute;an v&amp;iacute;nculos sociales con quienes hab&amp;iacute;an muerto. En ese conjunto de pr&amp;aacute;cticas &amp;mdash;el control del fuego, la cohesi&amp;oacute;n del grupo y la preservaci&amp;oacute;n de la memoria social&amp;mdash; se reconoce un patr&amp;oacute;n profundamente humano, observable a lo largo del tiempo y del registro arqueol&amp;oacute;gico. Antes de los sistemas simb&amp;oacute;licos formalizados y de los calendarios, ya exist&amp;iacute;a la necesidad de luz en la oscuridad, de calor frente al fr&amp;iacute;o y de continuidad frente a la p&amp;eacute;rdida. Es en ese terreno com&amp;uacute;n donde el pasado profundo y el presente se encuentran.

Antes de los calendarios.
Antes de los dioses.
Antes de las fechas.

Los humanos ya se reun&amp;iacute;an alrededor del fuego
para no morir de fr&amp;iacute;o
y para no olvidar a los suyos.

Eso es lo que sabemos.
Eso es lo que imaginamos.

M&amp;uacute;sica del cap&amp;iacute;tulo

Dead Can Dance - Nierika 
Music For - Slow Shamanic Drums - Grounding to Mother Gaia
Paleowolf - Eternity in Winter / Ethereal Norse Ambient
Chefelf - White Christmas (8bit)
Queensr&amp;yuml;che - White Christmas  

Enlaces

Davis, R., Hatch, M., Hoare, S. et al. (2025). Earliest evidence of making fire. Nature.  Disponible en:  https://www.researchgate.net/publication/398548638_Earliest_evidence_of_making_fire</description>

La cueva del Topo

La cueva del Topo

La primera noche compartida: fuego y memoria en el mundo neandertal

DEC 24, 2025103 MIN
La cueva del Topo

La primera noche compartida: fuego y memoria en el mundo neandertal

DEC 24, 2025103 MIN

Description

La idea de este episodio naci&oacute; a partir de la lectura de un art&iacute;culo cient&iacute;fico publicado el pasado 10 de diciembre de 2025 en la revista Nature, titulado &ldquo;La evidencia m&aacute;s temprana de hacer fuego&rdquo;, por parte de un equipo internacional de arque&oacute;logos y paleoantrop&oacute;logos encabezado por Rob Davis del Museo Brit&aacute;nico, Marcus Hatch de la Universidad Queen Mary de Londres y Sally Hoare de la Universidad de Liverpool, en el cual presentan la evidencia m&aacute;s antigua conocida de producci&oacute;n deliberada de fuego por parte de homininos a partir de hallazgos en la localidad de Barnham, Suffolk, Inglaterra. M&aacute;s all&aacute; del dato t&eacute;cnico &mdash;la percusi&oacute;n de minerales, las huellas t&eacute;rmicas, los contextos arqueol&oacute;gicos&mdash; el trabajo invita a una reflexi&oacute;n m&aacute;s amplia: el fuego no es solo una tecnolog&iacute;a, sino una frontera. Una frontera entre depender del azar o del entorno, y comenzar a intervenir activamente en &eacute;l. Leer ese estudio no solo aporta informaci&oacute;n nueva sobre el pasado profundo, sino que obliga a replantear qu&eacute; signific&oacute;, en t&eacute;rminos humanos, aprender a &ldquo;llamar&rdquo; al fuego. A partir de esa pregunta &mdash;qu&eacute; cambia cuando el fuego deja de ser un accidente y se vuelve un gesto aprendido&mdash; surgi&oacute; la necesidad de explorar el tema desde otro registro. No para explicar los datos del art&iacute;culo, sino para pensar en las personas detr&aacute;s de esos datos: grupos humanos enfrentados al fr&iacute;o, a la p&eacute;rdida, a la incertidumbre, y obligados a construir sentido en un mundo hostil. El relato que sigue no es una reconstrucci&oacute;n hist&oacute;rica ni una hip&oacute;tesis cient&iacute;fica, sino una peque&ntilde;a obra literaria original de ficci&oacute;n, que est&aacute; anclada en lo que hoy sabemos sobre los neandertales y su relaci&oacute;n con el fuego. Una forma de acercarnos, desde la imaginaci&oacute;n informada, a una de las experiencias m&aacute;s decisivas de nuestra historia como especie. Desde tiempos muy antiguos, muchas culturas han contado historias sobre un fuego que no estaba dado, sino que fue obtenido, robado o entregado tras un acto de riesgo. Ese motivo &mdash;presente en mitos muy distintos entre s&iacute;&mdash; no habla solo del origen de una t&eacute;cnica, sino de algo m&aacute;s profundo: la experiencia humana de atravesar la oscuridad y asegurar la continuidad del grupo. En pleno invierno, cuando la noche se alarga y el fr&iacute;o obliga a reunirse, el fuego se convierte en m&aacute;s que calor: es centro, memoria y promesa de supervivencia. Celebraciones actuales como la Navidad, con su &eacute;nfasis en la luz en medio de la oscuridad, la reuni&oacute;n familiar y el recuerdo de los ausentes, no descienden directamente de esos mitos antiguos, pero dialogan con la misma necesidad humana recurrente. Este episodio se sit&uacute;a en ese cruce: entre ciencia, mito y memoria, aprovechando un momento del a&ntilde;o que sigue record&aacute;ndonos por qu&eacute; encender una llama &mdash;real o simb&oacute;lica&mdash; nunca ha sido un gesto trivial. Es probable que nunca lleguemos a conocer las palabras espec&iacute;ficas con las que los neandertales nombraron el fuego, el viento o a los animales que compartieron su entorno. Tampoco podemos reconstruir con precisi&oacute;n los relatos que transmitieron ni el significado consciente que atribu&iacute;an a ciertos gestos repetidos. Sin embargo, la evidencia disponible permite afirmar que, frente a condiciones ambientales adversas, estos grupos humanos se reun&iacute;an alrededor del fuego, compart&iacute;an recursos, cuidaban a individuos vulnerables y manten&iacute;an v&iacute;nculos sociales con quienes hab&iacute;an muerto. En ese conjunto de pr&aacute;cticas &mdash;el control del fuego, la cohesi&oacute;n del grupo y la preservaci&oacute;n de la memoria social&mdash; se reconoce un patr&oacute;n profundamente humano, observable a lo largo del tiempo y del registro arqueol&oacute;gico. Antes de los sistemas simb&oacute;licos formalizados y de los calendarios, ya exist&iacute;a la necesidad de luz en la oscuridad, de calor frente al fr&iacute;o y de continuidad frente a la p&eacute;rdida. Es en ese terreno com&uacute;n donde el pasado profundo y el presente se encuentran. Antes de los calendarios. Antes de los dioses. Antes de las fechas. Los humanos ya se reun&iacute;an alrededor del fuego para no morir de fr&iacute;o y para no olvidar a los suyos. Eso es lo que sabemos. Eso es lo que imaginamos. M&uacute;sica del cap&iacute;tulo Dead Can Dance - Nierika Music For - Slow Shamanic Drums - Grounding to Mother Gaia Paleowolf - Eternity in Winter / Ethereal Norse Ambient Chefelf - White Christmas (8bit) Queensr&yuml;che - White Christmas Enlaces Davis, R., Hatch, M., Hoare, S. et al. (2025). Earliest evidence of making fire. Nature. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/398548638_Earliest_evidence_of_making_fire