EL PAÍS
La vivienda continúa subiendo, tanto la compra como el alquiler. Oficialmente, las casas son más caras que nunca. Frente a ese panorama, hay pequeñas iniciativas como la que desarrolla en Lleida la cooperativa Obrint Portes que quieren enfrentarse a un mercado inmobiliario salvaje con el objetivo de frenar la especulación y el racismo inmobiliario a través de la rehabilitación y el alquiler asequible. En la Cataluña rural la masovería era una práctica común. Los agricultores, los masovers en este caso, acordaban con los propietarios de las tierras trabajarlas a cambio de una cantidad de los beneficios y el derecho a vivir en la propia finca. Esa práctica del campo traída a la ciudad es lo que se conoce como masovería urbana. “Son los propios jóvenes los que participan en la rehabilitación de lo que será su futura vivienda”, explica Èric Morros, uno de los fundadores de la cooperativa. Es una alianza de conveniencia entre propietarios sin capacidad de inversión e inquilinos: los primeros rehabilitan su vivienda y los segundos obtienen un alquiler asequible.
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