<p>Las cadenas financieras no solo atan recursos, muchas veces intentan oprimir la fe, la paz y la confianza en Dios. Pero cuando reconocemos que Él es nuestra fuente y no el sistema, algo comienza a romperse. Al rendir nuestras finanzas al Señor, aprender a administrar con sabiduría y caminar en obediencia, Su provisión trae orden, libertad y descanso al corazón. Porque donde Dios gobierna, ninguna cadena permanece.</p>